miércoles, 21 de mayo de 2014

Acá hay un pequeño ciervo
que se asoma detrás de los árboles
La piel descansa la miseria que inventamos
y mi hija duerme en sus jardines japoneses
Sé que todo es esporádico
por eso, vuelvo al bosque
a ejercitar el ojo plagiado de figuras
y a respirar el paseo del diluvio
La lluvia ha dejado de brotar, muere
y los aromas caen como cantos viejos
Puede que este lugar no sea mío, ni tuyo
y se aferre a la fantasía
de aquel ciervo que huye
en medio del susurro de las hojas
No lo sé, como tampoco sé
 de qué huimos  


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